29 dic 2009

De Puchero a Puchero

Abrí el frigorífico y me encontré con una buena cantidad de caldo de un puchero de días antes. Junto a él había un poco de carne, contados garbanzos y poco más. Me dio una idea.

Troceé medio pimiento rojo en tiras grandes, un pimiento verde en juliana, piqué un diente de ajo, pelé una patata para luego cortarla en trozos no muy grandes y terminé con medio tomate cortado a cuadritos. Con todo ello hice un sofrito mientras calentaba el caldo del puchero.

En este punto llegó a la cocina mi niña, la del exigente paladar, a la que le explique cual era mi intención y le di a elegir culminar el neopuchero con arroz o con fideos gordos, de los de fideguá.

-Fideos. -ordenó.

Un par de clavos, pimienta, sal y una pizca de pimentón dulce. Aprobado.

En este ambiente de fiesta culinaria le expliqué a mi niña, la de los labios dulcemente apretados, cuál había sido el motivo de mi retraso. Le había prometido llegar pronto para explicarle unos temas de derecho mercantil.

-He tenido una reunión -me excusé- . Era sobre el asunto que me puede llevar lejos durante un tiempo...
-¿Es seguro? -susurró
-No, falta que se cierre una asunto para que se abra la posibilidad. Un par de meses para saberlo, calculo. Pero parece que va tomando cuerpo.

Había terminado de comer, o eso me pareció. En realidad creo que dejó de comer...y me miró en silencio; me miró con los ojos más tristes que he visto en mi vida; con el rostro relajado, inexpresivo, alejado, hueco; y con unos labios que no he sabido si se querían abrir o cerrar... Un nudo en el estomago, un lazo en la garganta y una taquicardia sobrevenida me obligaron a dejar de comer... era otro puchero el que me absorbía.




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Después de mucho tiempo he recibido carta de Búho


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