28 ene 2009

El Rey Está Desnudo

Era una noche extraña. Eran las dos de la madrugada y Don Ángel, contrariamente a su costumbre, estaba en le local tomando ron con cocacola; Malaspulgas permanecía sospechosamente callado mientras escuchaba la conversación de Don Justo con Don Próspero, acaudalado comerciante de la ciudad que nos visitaba desde hacia algunas semanas. En la conversación terció Don Severo, el maestro, que al día siguiente tenia clases por la tarde y aprovechaba la noche, y el tono acalorado de las intervenciones sobre un tema tan poco apropiado como la necesidad de permanecer en el euro fue subiendo hasta que, de repente, el silencio y la calma inundó la barra. Fue en ese preciso instante cuando se me escapó una frase mirando a Malaspulgas

-Te encuentro bajo.
-Pues no he encogido, Búho. Si me pongo de pie mido lo de siempre.
-No, no es a ti, Malaspulgas. Estaba recordando algo que me ha dicho un amigo con el que he estado esta mañana. Hacia tiempo que no nos veíamos y al parecer me ha visto distinto.
-¿Has menguado?

De pronto se olvidó el tema del euro y las miradas se centraron en mi.

-Creo que lo que le ha querido decir su amigo -intervino Don Ángel- es que lo ha visto bajo de moral, de espíritu. Decaído. ¿Es eso, Búho?

-A veces, Don Ángel, tiene que llegar alguien que te conoce y que no te ha visto en mucho tiempo para darse cuenta de que has cambiado. Sólo desde la ignorancia o la inocencia se le puede decir al Rey que está desnudo.

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