8 ene 2009

Una Mujer en el Búho

-Hace un frío de cojones, Búho, ¡pero de cojón de mico!
-Cuida ese lenguaje, Malaspulgas, hay señoritas.
-¡Lahostia!. ¡Uy, perdón!. Joder Búho, me pongo de los nervios. ¿Dónde coño están?. ¿Te cobran la copa?
-Este local es tan decente como lo era ayer, Malaspulgas, las señoritas no son "de compañía". De hecho solo queda una de las dos que han venido. Mira ahí está. Os presento: Malaspulgas, Pasión. Pasión, Malaspulgas. Es una vieja amiga, hacia tiempo, mucho tiempo que no nos veíamos.

La mujer, de unos cuarenta años, vestía una chaquetilla roja ceñida que acababa en la cintura y una falda de tubo que marcaba una figura turbadora y golosa. Una melena negra como la noche jugueteaba por un estilizado cuello y un rostro sereno y hermoso.

-Encantada, curioso nombre el suyo, señor.

Malaspulgas apenas atinaba a pronunciar palabra y con más mímica que palabras le pidió a Búho algo de beber.

Hacía mucho tiempo que no veía a Pasión, y he de confesar que había mejorado con los años. Hablamos un buen rato con la barra por medio hasta que llegó Don Ángel acompañado de Don Justo y Don Severo, que después de ponerse al corriente de la historia por boca de Malaspulgas, entró en la barra, me empujo fuera y se puso a servir copas.

-Yo me encargo Búho, te he visto mil veces y es fácil. Vosotros, un saludo señorita, sentaros en la mesa que Malaspulgas os pide la comanda.

Así fue como un cura, un maestro, un juez y un raterillo se hicieron cargo del local por una noche. Una noche que la dedique a charlar con una vieja amiga, a recordar lo que fue, a lamentar lo que no fue y quizá a soñar lo que puede ser.


Cuando nos dirigimos a la puerta en busca de la noche más densa, pude oír a Malaspulgas preguntar de dónde había salido "ese pedazo de mujer", y no sé si fue el efecto del viento pero me pareció escuchar una voz que dijo..."de otro blog"

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