12 feb 2009

Una Vieja Canción

El ambiente en el Búho de Oro a las seis de la tarde cambiaba mucho del aspecto que tenía por la noche. Solía estar ocupado por grupos de mujeres ociosas tomando café o por comerciantes de la zona que tomaban una copa furtiva mientras repasaban a las mujeres. Aquella tarde entró, como de costumbre, Don Próspero acompañado de Don Ángel y poco después apareció Malaspulgas al mismo tiempo que Don Severo y Don Justo. La conversación que inició cada uno de ellos no encontraba ningún punto de conexión con la de los demás. Don Próspero estaba exsultante por haber logrado un buen acuerdo con los sindicatos en el proceso de despido de 10 de sus empleados; Don Ángel se preguntaba si sería oportuno ofrecer alguna misa para el encarrilamiento de España; Don severo se quejaba de la falta de disciplina en los colegios y Don Justo argumentaba los motivos de la huelga de jueces. Malaspulgas miraba a un lado y a otro sin entender nada, hasta que se me acercó

-¿Tú no tienes ninguna historia que contar, Búho?
-Ninguna interesante.
-Da lo mismo, aburremne con algo que me pueda desconectar de tanto ombliguismo.

Quedé en silencio por unos instantes mientras el murmuillo de los contertulios se iba apodernado del local. Me rasqué la cabeza y sonreí.

-Verás, Malaspulgas, anoche me llegó por Internet el recuerdo de una canción.
-Cuenta, cuenta. Y ya puestos, échame un dedito de coñac.

Comencé la historia mientras le servía un Napoleón en una copa de balón.

-Finales del 79, playa de San Juan. Nos dirigíamos a la ciudad -¿a qué diablos iriamos?- mi amigo Torre y yo en un Forito color verde pim-pam-pum cuando comenzó a sonar una canción por la radio del coche. Los 40 Principales, supongo. Subí el volumen de la radio y mi amigo respetó el silencio durante toda la canción. Al finalizar, el locutor, casi gritando, dijo que era la canción de amor de los 70. "Joder!, dijo mi amigo, estamos a una semana de la Navidad del 79, por poco se queda la década sin canción de amor."

Malaspulgas esbozó una sonrisa algo forzada. Me dio la impresión de que la historia le estaba defraudando, por lo que paré un momento mi relato con la escusa de servirme un café para ver cómo reaccionaba.

-Sigue, Búho. ¿Adónde ibais?
-No lo recuerdo, Malaspulgas, pero eso es accesorio, lo importante es al canción
-Espera, ¿no será la canción que perdiste?. ¿Recuerdos de algún amor de juventud?
-No seas fantasioso, Malaspulgas. Mis amores de juventud siempre han estado bajo siete llaves. Y en cuanto a la canción que perdí, bueno, me la han regalado
-¿Pasión?
-Mejor, con pasión.
-Bueno, ¿entonces qué coño de canci
ón es la que oíste el siglo pasado?

Una llamada del móvil me distrajo de Malaspulgas. Miré la pantalla del teléfono y se me escapó una sonrisa

-Hola, agapimu

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