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-¿No te gustaría tener una?
-Eso debe de costar un riñón, jefe.
-Sólo era un sueño, Lola.
-Sueño es no perder el empleo. Así que me voy a servir a los clientes para conservarlo.
Con el tiempo he aprendido que las mujeres son irritantemente pragmáticas y sólo se permiten las fantasías para alcanzar el orgasmo. Sin duda son superiores a nosotros.
Las siete y media. Estoy convencido de que ésta hora se ha inventado para disfrutar de un gin-tonic, de manera que mientras iba calculando cuánto podría costar una de éstas islas exprimí parte de medio limón sobre el hielo que había dispuesto en un vaso ancho y alto; dejé caer una rodajita de limón y le di vueltas al vaso para que el hielo perfumado refrescara sus paredes. Tres dedos de Seagream´s, cuatro de tónica Schweppes, y gin-tonic preparado.
-Jefe -Lola se acercó con rostro inquisitorial-, ¿usted qué isla elegiría, cuál se compraría si pudiera?
-Una isla single
-¿Single?
-¿No lo llaman así ahora?. A ver, digamos que sería una isla monoplaza. Biplaza a lo sumo. Eso sí, bien comunicada con otras monoplazas.
-¡Ya, y la querrá con vistas al mar!
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