-Que no es tan difícil, jefe. Le digo yo que se le gana dinero a los desayunos. La inversión es mínima, solo se trata de abrir a las nueve y ya está. Bueno, hagamos una cosa, hacemos la prueba durante una semana, yo me encargo de todo y si no gana dinero yo me quedo sin cobrar. ¿Hace?. Usted no tiene que venir, al principio lo podré llevar sola.
-Creo que nos vamos a arrepentir los dos, Lola, pero prepárame una lista con lo que necesites.
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La propuesta de Lola no era tan descabellada, realmente se trataba de abrir un poco antes y servir tostadas. Desde luego mucho menos arriesgado que la propuesta de Don Próspero, a la que aún le estaba dando vueltas.
-No he podido evitar oíros, chicos. Y mira que a mi me da lo mismo porque yo a las nueve de la madrugada tengo cosas mejores que hacer que tomar café en el Búho de Oro, pero no me parece mala idea siempre y cuando no cerréis más temprano por la noche.
-¿Estabas espinado Malaspulgas?. Mira que te puedo denunciar por espionaje industrial.
-No seas borde, Búho, solo estaba analizando la evolución de tu negocio. Anda, pon una cervecita rápido que he quedado con Pasión para comer.
A las dos de tarde el local no solía estar muy concurrido, apenas unos cafés tempraneros y unas cervezas tardías, pero aquel día parecía más transitado de lo habitual.
-Hola, Búho. Lola, guapa, ¿me pondrías una cañita bien fría?
-Que raro verte por aquí a estas horas, Próspero
-Ya ves, Búho, he visto la hora y me dicho, vamos a tomar una birrita con mi buen amigo Búho antes de comer. Por cierto, te invito a comer y charlamos.
-¿De tu propuesta?. Sigue en estudio, amigo. Además tengo trabajo, tengo que hacer unas gestiones para ampliar el horario del negocio
-¡Hombre, los desayunos!
-¿Cómo sabes que son desayunos?
Clavé mis ojos en los de Lola que, no pudiendo aguantarme la mirada, se metió en el almacén. ¿Qué pintaría Don Próspero en el asunto de los desayunos?. Me estaba barruntando una maniobra del comerciante para cambiar la imagen del Búho de Oro. ¿Y Lola complice?, bueno,¡ y por qué no!, después de todo aún no tenia claro cuál era su relación.
-Es que Don Próspero es un tío de negocios -intervino Malaspulgas- y sabe que lo de los cafelitos deja un dinerito.
-A mi me va avenir estupendamente -las apariciones de Bragas, la mano derecha de Don Próspero, siempre resultaban inesperadas y oportunas para su jefe- y como yo mucha gente. Ese cafelito a media mañana, con su media tostadita y un cigarrito, eso, señores, no tiene precio. Vamos que aquí puede quedar una cafetería de postín.
-¿Una cafetería?. -La pregunta me salío de lo más profundo de mi alma; nunca quise tener una cafeteria, lo que yo monté era un local de copas decente-. Lola, me voy a casa, mándame la lista por correo. Volveré sobre las cinco, si me necesitas antes me llamas. Caballeros, buenas tardes.
Salí del Búho sin mirar atrás mientras sonaban en mi cabeza las voces de toda la parroquia gritando "cafeteria, cafereria", hasta que al doblar la esquina tropecé con Pasión
-¡Qué alegria pal cuerpo tropezar contigo de frente, niña! -la frase me salió en forma de murmullos al sentir el cuerpo de Pasión pegado al el mio-
-¿Cómo dices, Búho?
-Nada, que perdón, que iba distraido. ¿Dónde vas con esas prisas?
-A buscarte.
-Me has encontrado, ¿pasa algo, Pasión?
-No lo sé, pero verás, Malaspulgas habla dormido y anoche dijo algo que me ha inquietado.
-¿No se quiere casar?
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-Eso no tiene gracia. Bueno, el caso es que, en sueños, repetía el nombre de Don Próspero y el tuyo, y palabras como "cafetería", "traspaso", "compinchados", "a por él", "doce mil", "comisión", y otras que no recuerdo.
-¿Te ha comentado algo que puedas relacionar con eso?
-Nada extraño, salvo que últimamente cada vez que va a tu local me dice que se va "al Búho mientras siga siendo el Búho".
-Gracias, Pasión.
-¿Qué está pasando, Búho?
-Dice un proverbio chino que "es facil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto". Es posible que hayas convertido los puñales en lanzas, Pasión.
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