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25 jun 2009
Playa Seca
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18 jun 2009
El precio de las ¿cosas?
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17 jun 2009
El Búho y la Luna
-Sé lo mismo que tú, Lola. Y mientras que Jerónimo esté en la UCI no podemos hablar con él.
-No me lo creo, jefe, no me creo que no sepa nada.
Lola tenía razón, no estaba siendo sincero. Es cierto que no sabía quién o por qué le habían disparado, pero me barruntaba que tenía relación con una conversación que tuvimos Jerónimo y yo días atrás en mi apartamento, justo el domingo pasado.
-Creía que librabas los domingos, Jerónimo.
-Así es, señor, pero tenía que comentarle algo.
Acababa de sacar una Alhambra Reserva del frigorífico y se la ofrecí a Jerónimo mientras abría de nuevo la nevera y cogía otra cerveza para mi. Le pedí que se sentara en el sofá y preparé unas aceitunas de la Explanada etiqueta negra que me mandaba un amigo de Alicante, unas patatas y unos berberechos de las rías gallegas con un poco de limón y pimienta y unas gotitas de aceite.
-Para comer tengo gazpacho y pipirrana con merluza. Espero que me acompañes.
-Gracias, señor, pero es cosa de unos minutos y no le molesto.
-No es ninguna molestia, pero primero cuenta qué te ha traído hasta aquí un domingo por la mañana.
-Verá, señor, se trata de la mujer de las ocho menos tres minutos. Como me dijo que no le hiciera caso no le he dicho nada cada vez que ha venido. En realidad no me molesta, ¡y qué quiere que le diga!, está de muy buen ver y me alegra las mañanas que viene a la portería.
-¿Viene muchos días?
-Lunes, miércoles y viernes de cada semana. Pero ya le digo, no me importa. Llega a las siete de la mañana, me saluda y me pregunta si está usted en el apartamento. A veces le digo que sí, otras le digo que no, pero a ella no parece que le importe lo que le responda y se sienta en el sillón hasta las ocho menos tres minutos, entonces se levanta, se despide muy amablemente y se va. Eso es todo. Bueno, eso era todo. El miércoles pasado en lugar de la mujer vino un tipo grande y malencarado que con voz hosca y malhumorada me preguntó por usted. Le dije que no estaba y que si quería que le trasmitiera algún mensaje me podía dejar su nombre y el recado. Sin responder me miró con unos ojos que no olvidaré jamás y se dejó caer en el sofá de la entrada. Eso eran las siete de la mañana y estuvo allí hasta las ocho que se marchó sin despedirse.
-¿Por qué no me dijiste nada?
-Como ya le he dicho eso fue el miércoles, y ese día salí para mi pueblo para visitar a mi madre, la pobre está muy malita, señor. Como sé que ahora termina muy tarde de trabajar no quise molestarle a esas horas y pensé en llamarle más tarde, pero lo de mi madre se complicó y lo olvidé. Lo siento.
-No importa. Sigue.
-Regresé el viernes a las nueve y media de la mañana con la intención de contárselo, pero cuando bajó le noté molesto porque un cliente suyo, un tal Malaspulgas, había descubierto su apartamento. Pensé que no era el momento. Por cierto, que no sé si el viernes estuvo la mujer o el hombre.
-La mujer, estuvo la mujer. Eso me dijo Malaspulgas.
-Entonces debe de ser suya esta nota que encontré ayer entre los cojines del sofá de la entrada.
Cogí la nota que me ofreció Jerónimo y la leí dos veces en silencio
-No tiene firma ni destinatario.
-La letra es de mujer, señor. Estoy convencido de que es de la mujer de las ocho menos tres minutos y que se refiere a usted, aunque como ve parece que está dirigida a mi para que se lo trasmita.
Apuré de un trago la media cerveza que me quedaba en el vaso y volví a leer la nota:
Jerónimo me miraba en silencio esperando alguna explicación.
-Bobadas, pero gracias Jerónimo. Y si vuelve ese tipo me avisas, y mientras espera que baje llamaré a la policía. No tienes porqué preocuparte.
-¿Y si viene la mujer?
-La haces subir.
-¿La conoce, señor?
-No. No creo, Jerónimo, no creo.
Luna, amantes, noche...un millón de recuerdos se me agolparon en mi mente en un segundo.
-Jefe -Lola, que parecía estar dispuesta a arrancarme alguna confesión, me sacó de mis recuerdos- sólo quiero saber si estoy segura trabajando en el Búho de Oro. Lo de los tiroteos como que me asusta, Búho.
-No te preocupes, he hablado con Don Fortunato, el alcalde, y me ha prometido que reforzará la seguridad en la zona. Vamos a tener policía hasta en los cubatas, Lola.
-Entonces a trabajar como siempre, supongo.
-Como siempre no, más. La semana próxima tenemos luna llena. Lola, vamos a celebrar una fiesta: La Noche de la Luna Llena. Busca ideas.
16 jun 2009
La Terraza en el Callejón
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10 jun 2009
Desayuno para dos
-Hola, Búho, siento molestarte pero necesito hablar con alguien.
No conseguí articular palabra, di media vuelta y me dirigí a la terraza. Con un gesto le indiqué que me siguiera y me quedé de pie junto a la mesa del desayuno mirando al mar.
-Lo siento, Búho.
-¿Un café?. Iba...voy a desayunar.
-Gracias, me vendrá bien.
Sin mediar más palabras puse otro servicio en la mesa, me senté y me quedé mirando fijamente al intruso.
-Verás, Búho -comenzó a hablar mientras se servía un café sólo- como sabes Pasión y yo estamos en trámites de matrimoniar, y por lo tanto de que yo emparente con el alcalde.
-Lo sé
-Lo del alcalde me ha descolocado, ya no es lo mismo. No sé cómo explicarlo, pero me da la sensación de que el mundo, mi mundo, ya no es le mismo y eso me acojona. ¿Crees que serviré?
-¿Para qué, para ser yerno del alcalde?
-Y para hacer feliz a Pasión.
-Para lo primero sí. Cualquiera puede ser yerno del alcalde, es más, cualquiera puede ser el alcalde. En cuanto a lo de Pasión no lo sé. No conozco a ninguna mujer que confiese ser feliz por mucho tiempo con hombre alguno.
-¿Tú crees?
-Los espejismos se desvanecen.
-Pero si eso le pasa a todo el mundo igual no es un impedimento para matrimoniar, ¿no crees?
No le contesté, me limité a contemplar con ternura la cara desencajada y preocupada de Malaspulgas y a levantar los hombros. Pasados unos instantes Malaspulgas se levantó y se dirigió a la puerta con intención de salir del apartamento.
-Oye, Malaspulgas, ¿cómo has encontrado este lugar?
-Un día, por casualidad, te vi entrar en el edificio y he supuesto que es donde tienes tu refugio.
-¿Cómo has sabido en qué apartamento vivo?, el portero tiene ordenes de no proporcionarle a nadie la dirección.
-El portero no estaba, sólo había una señora sentada en un sillón de la entrada a la que le he preguntado por ti.
-¿Una mujer?
-Sí, hermosa y extraña. Después de facilitarme la dirección le he dado las gracias y cuando le iba a preguntar si te conocía ha mirado el reloj y se ha marchado diciendo que ya eran las ocho menos tres minutos
9 jun 2009
Disidente
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3 jun 2009
Un Mundo de Islas
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2 jun 2009
La Gripe Cochina
-Don Fortunato, ¿si hubiera chiquillos con la gripe cochina, cerraría los colegios?
1 jun 2009
Un Mollete y Media Traición
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