30 abr 2009

Un exceso

-¿De qué ha muerto?

-Las neuronas se le han multiplicado por infinito



-Ya, no le han cabido en la cabeza y le ha estallado

-No, lo ha entendido todo con tanta claridad que no la podido soportar

22 abr 2009

Memoria Histórica

Pobre Nico, le han dado hasta en el DNI. Y eso que no ha hablado de Franco. Hay cosas que no se pueden decir, Nico. Decir que Stalin era un mataniños que se llevó por delante a tantos millones de inocentes que no caben en una hoja de calculo, decir eso Nico, no está bien. Pues señores, Stalin mataba como un poseso. Como Hitler. Y cada uno se masturbaba la neurona como un descosido para justificar sus delirios de terror y la sangre de sus víctimas. Y no sólo estos dos malnacidos han hecho de la muerte un guateque; ha habido otros dictadores con el gatillo fácil (Argentina, Chile; África, la gran olvidada; China, tabú), y alguno que otro queda que se muerde las uñas por no poder "acabar con la reacción" (¿Hasta cuándo Fidel, hasta cuándo Hugo?). Y es que son dictadores, y con vocación.

Sobre la guerra civil, sobre la maldita guerra de un país que parece maldito, hay poco que decir. Fue una guerra entre hermanos que no dejó las armas en un acto de reconciliación. El alto el fuego fue como consecuencia de la victoria de unos sobre otros. Y ahí la jodimos. Si hubieran abandonado las armas entre charanga y pandereta, si se hubieran ofrecido un cigarro en la barra de un puti club, si se hubieran tomado dos pelotazos y pelillos a la mar, otro gallo nos cantara. Pero lo único que estaba cantado es que la guerra iba a terminar con la bota de uno sobre la cara del otro. Ganara quien ganara. Ganaron los rebeldes y machacaron los rebeldes. Media España estaba condenada a sufrir a la otra media. Cualquiera de las dos Españas.

Cuando por fin llegó la paz, a finales de los setenta, hubo fiesta, algazara, esperanza, grandeza histórica de toda una generación, y, sobretodo, abrazos de reconciliación. Así fue como personajes que salieron de España desde Monóvar lograban regresar a su tierra y dejar atrás el exilio en un país represivo y totalitario como era la URSS. Fue el caso de La Pasionaria, que tenía contacto con la libertad después de muchos lustros de vivir bajo un régimen dictatorial huyendo de otra dictadura.

Es por todo esto Nico que en éste país de caines nada es verdad ni mentira, todo depende, ya sabes, del color del que te vigila (valga el ripio retocado). Después de 40 años de verdad franquista tuvimos un paréntesis de reconciliación, de pelillos a la mar y de pitillo en la barra compartiendo una caña. Ahora parece que toca sacar a pasear al Caín que teníamos guardado bajo siete llaves. Ahora toca descabalgar en Sevilla a un militar de la guerra de Cuba (algún cretino pensó que se trataba de un militar franquista) y colocar la placa de una activista del canon, dedo en ceja. Gratitud por gratitud. Y es que aquí falta, como dice Chiqui, más respeto por los muertos. Y por los vivos.

Así que ojo, que en la España de ceja arqueada el que no tiene un abuelo muerto en la guerra civil -sector republicano-, o se sale del estrecho margen de opinión de la doctrina oficial, es un fascista de mucho cuidado. Es la consigna, el pensamiento único (uno sólo). Por suerte hay vacuna anticainita: las urnas. ¡Qué lleguen pronto!.Y que se presente Felipe González, aunque sea disfrazado de Isidoro.

Rodrigo Costa

PD.- He leído y releído el escrito de Nico. ¿Dónde defiende al franquismo o a Franco?. Creo que hay mucho nostálgico del antifranquismo

Enviado a monoverpuntocom.
Le estan dando por todas partes al pobre de Nico. Y el tio nos votó en su dia. Bueno, pues una mano nunca viene mal

21 abr 2009

Solo

-Jefe,el otro día me preguntó por qué no conocía ningún novio mio
-Ya, lo siento, no es cosa mía. No creas que me inmiscuyo en la vida del personal
-No, si no me importa. Pero es que aquello me ha hecho pensar que yo tampoco le conozco ninguna mujer...
-Hay lo que ves, Lola. Nada
-ejem, ejem -Malaspulgas, que estaba dos taburetes mas allá, carraspeó de manera estentórea e inoportuna-. Lo siento Búho no quiero decir nada.
-Pues no digas nada, Malaspulgas. ¿O sabes algo que yo desconozca?
-Nada, nada Búho, nada. Estaba descolgado de la conversación.
-Espero no haber metido la pata, jefe.
-Hay mesas que atender, Lola. Y tú, Malaspulgas, son las seis, supongo que tendrás algo que hacer.
-Pues sí, tengo que recoger a Pasión. Me va a presentar a unas amigas que quiere que conozcas. No tendría que habértelo dicho, pero como te has puesto pelín borde...
-A nadie, Malaspulgas, ¿lo entiendes?, no quiero conocer a nadie.
Malaspulgas se marchó después de dejar cinco euros en lo alto de la barra. Y yo me quedé. La verdad es que nunca me había planteado desprenderme de mi soledad. Me gustaba.
-Una última cosa jefe...
-Lola...
-Es que no sé cómo interpretar ese "ejem" de Malaspulgas...
-Ni yo. Bueno, supongo que se referirá a viejas historias que le he contado. Historias que me han enseñado a vivir sólo.

16 abr 2009

Lola

Desde que contraté a Lola mi horario se había relajado. Incluso me permitía el lujo de almorzar en casa y echar un telediario de siesta. Con la siesta tenia una relación de amor-odio. Me seducía echarme en la cama, cubrir mi cuerpo semi desnudo con las sábanas frescas y dejarme abducir por el sopor que produce el silencio y la penumbra; pero, por otro lado, nunca he soportado las consecuencias de ese mediodormir, es como un coito interruptus, lo disfrutas por unos instantes pero no logras la plena satisfacción. Me inventé un truco para paliar ese malestar vespertino: reiniciaba el día con todo su ritual; me levantaba, me preparaba un café, tomaba una ducha y me vestía con ropa limpia. Sólo así lograba estar en condiciones de seguir trabajando.

Llegué al Búho de Oro sobre las cinco y media. La sesión de café estaba en su apogeo y Lola parecía agobiada preparando y sirviendo los cafés, aunque, como siempre, me recibió con una sonrisa y ningún reproche. A veces tenia la sensación de que me veía más como un cliente del Búho de Oro que como su jefe.

-Tendrías que haberme avisado, Lola, hay mucha gente y tu sola no puedes. Yo me pongo en la barra y tú vas sirviendo.
-Tranquilo, está todo controlado, pero me vendrá bien una ayudita.

Unas hora después el Búho estaba casi vacío. Aprovechamos para relajarnos y encender un cigarro.

-¿Un cafelito, jefe?
-Sí, por favor.
-¿Solo, cortado, largo, corto, mitad y mitad, bombón, nube, manchado, descafeinado, en taza, en vaso...?
-Solo, corto y en taza, como siempre. ¿Por qué me recitas la carta cada vez que te pido un café?
-Por practicar, jefe.

A Lola me la recomendó Don Próspero. Nunca supe, ni me interesó saberlo, si hubo algo entre ellos. Era eficiente, amable con los clientes y con ganas de aprender; y, sobretodo, Don Próspero me dejo que respondía por ella si hacia algo que me perjudicase. Si levantaba la caja, vamos. Lola había saltado con brillantez la treintena: morena, ojos negros, atractiva, mirada turbadora, con su feminidad bien marcada y un descaro reprimido que la hacia simpática a hombre y mujeres. Es importante que una camarera le caiga bien a las mujeres. Es es la diferencia de ser considerado un local respetable o un puticlub.


-Nunca te ha acompañado ningún novio por aquí, Lola. ¿Cómo es eso?
-Este local es pequeño para eso, jefe.

Lola solía tener respuestas como estas y yo, la verdad, nunca repreguntaba. Me serví una vichy con limón mientras repasaba la caja; el local estaba prácticamente vacío y era el momento de hacer recuento de la media jornada.

-Hola, Búho, pon una cerveza sin alcohol que aún tengo que celebrar una misa.
-Buenas tardes, Don Ángel, me sorprende verle a estas horas.
-Siempre te sorprende verme, Búho, siempre. La verdad es que quería comentarte algo
-Usted dirá.
-Es sobre la muchacha.
-¿Lola?
-Sí, la camarera. Veras, este local siempre ha sido como muy familiar, como cosa de amigos. En cambio ahora, con una camarera...no sé, se me hace dificil imaginarme a mi mismo en un local regular de luz y una mujer detrás de la barra.
-Debería limpiar esa mente calenturienta de los malos penamientos, Don Ángel. Lola es una buena muchacha, lleva aquí dos semanas y no hemos tenido ningún problema. Ninguno. Es respetuosa con los clientes, y ellos con ella. No busque fantasmas Don Ángel, no busque fantasmas donde no los hay.
-Si yo no digo nada, sólo es que nunca la he visto por la Iglesia
-Será de otra parroquia. O será como yo, que tampoco voy nunca a misa.
-Caballeros, muy buenas tardes -era Don Próspero, que como cada tarde se cercaba a por su medio Chivas-. Lola, cuando puedas lo de siempre.

Don Ángel iba por su segunda cerveza sin alcohol y Don Próspero por su tercer medio Chivas mientras discutian discretamente sobre la conveniencia de que hubieran camareras en el Búho de Oro. Los argumentos de cada cual eran de manual, aburridos y reiterativos.

-¿Otra vez con lo mismo? -nadie había notado lapresencias de Malaspulgas hasta ese momento- Me aburren. Yo sólo os digo una cosa -desde que Malaspulgas se habia ennoviado con Pasión tuteaba a los compañeros de barra-, Lola está como un tren, como otras muchas, pero lo importante es coger tu tren, no cualquier tren. Lola será el tren de quien ella elija, y punto. Y una cosa, pater, el pecado no está ni en los ojos, ni en las manos ni más abajo, está aquí -dijo golpeándose la cabeza-. Y me voy. Apúntame esto Búho, apúntame lo mio y lo de estos dos prehistóricos.

Los tres nos quedamos con la boca abierta. Don Ángel y Don Próspero por la parrafada de Malaspulgas y yo porque me veía sin cobrar, ni de unos ni de otros.

-Apunta Lola, apunta en la libreta de Malaspulgas éste sermón, y las copas también.