-Búho, sirve, barra libre para mis amigos. Invito yo.
El cura y el comerciante se miraron, levantaron los hombros y, sin saber qué hacer, permanecieron inmóviles hasta que Don Severo, el maestro, hizo un circulo en el aire con su dedo índice mientras me pedía que les sirviera otra ronda de lo que estaban tomando. Cura y comerciante dudaron unos instantes antes de acercarse a la barra.
-¿Qué es lo que pasa, Malaspulgas?. Te veo un brillo en los ojitos y una sonrisa que no es normal, chico.
-Estoy enamorado, Búho.
-¡Imposible, tú no puedes! -la voz profunda de Don Ángel fue acompañada de una palmetazo sobre la barra- . El amor, y por lo tanto la vida en común de un hombre y de una mujer bajo el santo sacramento del matrimonio, ha de estar encaminado a la procreación. Es básico para conservación de la especie. Y tú, Malaspulgas, disculpa que te lo diga, tú no debes de procrear
-Vamos, Don Ángel -terció el siempre conciliador Don Próspero-, Malaspulgas sólo ha dicho que se ha encaprichado de una muchacha, ni siquiera sabemos que ella le corresponda. Nada, nada, un amor de primavera. Se van con los del verano.
-No es un capricho, Don Próspero. Estoy enamorado y creo que ella también.
-¿Quién es ella? -comenzaron las reflexiones paternalistas del maestro-. Espero que sea una buena chica, aseada, de buena familia y educada.
-Denle un respiro, caballeros. Malaspulgas está feliz y nos invita a una copa. Disfrutémosla como amigos suyo que somos. La siguiente va por cuenta de la casa.
Tres rondas después me había quedado sólo con Malaspulgas.
-¿Me vas a contar la historia, amigo?
-Estas cosas pasan, Búho. No sabes cómo ni por qué, pero pasan. Y me ha pasado.
-¿Cómo la conociste?
-En realidad ya nos conocíamos, pero yo nunca me atreví a soñar que esa mujer pudiera ser para mi.
-Entonces, ¿cómo ha sido?
-De la manera más inocente, Búho, te prometo que fue de lo más inocente. Estas cosas son así. Un cafelito, una cenita, una copita...
-¡Y cayó!. Pues me alegro por ti, Malaspulgas. Ya era hora.
-Sí, ya era hora Búho, ya era hora. Anda, tomemos otra copita, pago yo.
-Y dime, Malaspulgas, ¿la conozco?
-No te enfades, Búho, pero sí.
-Enfadarme...¿por qué, quién es?
-Las cosas son así, hermano...es Pasión
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