SANGRE SUDOR Y LÁGRIMAS.
“Debemos recordar que estamos en las fases preliminares de una de las grandes batallas de la historia (…), en esta crisis (…) yo diría a la Cámara, como dije a todos los que se han incorporado a este Gobierno: «No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor»”. (W. Churchill)
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Con estas palabras dirigidas al Parlamento británico Winston Churchill se convirtió en el líder que Inglaterra necesitaba para enfrentase al terror nazi. Hizo la guerra, la ganó y perdió las primeras elecciones posbélicas. Churchill es uno de los políticos más brillantes del siglo XX y, sin duda, el político ingles por antonomasia. Fue un líder en tiempos de crisis, los británicos tuvieron suerte
La crisis que atraviesa España estos meses y particularmente estas semanas no es comparable, en absoluto, con la que tuvo que lidiar el político británico, pero crisis es. Y líder necesitamos.
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No aspiramos a un Churchil, ni a un Kennedy, ni siquiera a un Suárez, pero sí un líder mediano que gestiones esta crisis pasajera pero intensa. No lo hay. Zapatero daba bien en los fáciles tiempos de bonanza, pero se ha mostrado incapaz, oscuro y nulo en momentos críticos. Se ha escondido. El país ha navegado a la deriva durante unos días. Por suerte no estamos hablando de una crisis bélica, ni una crisis nacional. Por fortuna somos una sociedad musculosa, una sociedad experimentada y con unas instituciones bien asentadas. Pero ha faltado liderazgo político y social. Da pánico imaginar a Zapatero correr con la cabeza gacha ante una crisis aguda.. Dan ganas de empadronarse en Inglaterra si pensamos que Zapatero tiene que enfrentarse a un 23-F o un 11-M. Miedo da.
Y si miedo da imaginar una situación sin capacidad en la Presidencia del Gobierno de la Nación, pánico en el cuerpo al imaginar esa situación con la oposición dedicada así misma y a su propia crisis. Tampoco hay oposición.
La falta de recursos del Presidente del Gobierno, y la ausencia de alternativas y de oposición, pone en peligro, no sólo el orden público, sino –y esto es lo más importante- la libertad de millones de ciudadanos que vemos atemorizados como nuestros representantes no saben cómo actuar ante una pequeña crisis. No se puede evitar que un sudor frío recorra la espalda pensando qué pasaría ante una crisis importante…¡pero anda, qué despistado estoy, si no hay crisis.
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