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Al igual que sucede en física a la política le repugnan los espacios vacíos, por lo que algunos han comenzado a calentar por la banda sin perder ojo a la gaviota para comprobar si remonta o se desploma. Hay más de diez millones de votos en juego y por poco que se pesque, deben de pensar, algo se puede pillar. Y Zapatero relamiéndose. Mientras, los militantes del PP -los que no se han vuelto de espaldas- están con los ojos como platos preguntándose qué pasa con su partido. Algunos se preguntan por qué no se va Rajoy, y, otros, por qué se le despelleja sin que nadie se presente a su puesto.
Recientemente, Antonio Garrigues, en una tercera de ABC dejaba caer discretamente (al final del artículo y entre paréntesis) la creación de un nuevo partido: Centro Democrático liberal. Rosa Diez tiene escaño con UPyD; y Ciudadanos está viendo cómo pescar en río revuelto. Estos son movimientos ya existentes sin que el PP se haya fragmentado. Si el partido de la derecha se rompe nacerán infinidad de pequeños grupos que buscaran una gran alianza con el objetivo de reunificarse y, como Penélope, volver a empezar esperando a un Ulises que colme sus deseos. Un clásico.
(A falta de corregir para mandárselo a monover.com por si tienen a bien publicarlo)
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